Para el bajo zaragozano la participación de los alumnos en eventos musicales es vital para su desarrollo profesional
Su voz es la flauta que encandila a la serpiente, aún hablando. Un sonido cavernoso, una gravedad magnífica, una simpatía casi extinta y una vivacidad que mantiene a sus dedos tamborileando sobre la mesa como si las partituras pudieran deslizarse por sus venas. Este Don Magnífico con aires de grandeza y poder, pícaro Fígaro con ansias de venganza, Bartolo ingenuo y cascarrabias, viejo y sabio Don Alfonso, tiene mucho que enseñar y que contar de sus 36 años de experiencia en los escenarios. Pero su pelo canoso no engaña ni al cándido ni al pazguato. Las tablas del bajo zaragozano Carlos Chausson esconden tras su rostro anguloso, aún con restos de vivaracho chiquillo de ojos risueños, a aquel niño enamorado de la música que empezó, a los ocho años, con clases particulares de guitarra para hacer tiempo mientras venían a recogerle al colegio.
Se dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo. No es menester ni acusar de pérfido al protagonista de las palabras que aquí siguen y mucho menos se pretende aludir a su edad. Pero, bien es cierto que las canas son sapiencias, conocimientos y sabiduría, lo que nos viene a decir el refranero. Es la experiencia lo que engrandece, las bien conocidas tablas. Vive por y para la música, se nota y hace que el público disfrute con sus aportaciones. Son ya muchos años los que lleva subido a los escenarios y ligado a eventos musicales, pero antes de todo esto fue solo un niño inquieto, un jovencito al que le gustaba jugar al fútbol en los recreos. Este pequeño fue creciendo con el cuerpo de una guitarra bajo sus manos, bebiendo de melodías clásicas y disfrutando de los conciertos de fin de curso que daba con sus compañeros en Zaragoza.
Más adelante los Beatles abrieron una grieta en su camino y descubrieron la senda del rock ante sus ojos. En su juventud participó en dos bandas de música e incluso es posible escucharlo en una grabación de 1975 interpretando a Caifás en el Jesucristo Superstar de Camilo Sesto. ¿Qué es la ópera? Se preguntó cuando uno de sus profesores del coro le aconsejó que iniciara una carrera dentro de este mundo. Ahora, muchos son los alumnos que, como si de un profeta se tratase, devoran con los cinco sentidos cada consejo que les brinda.
Para el bajo zaragozano la participación de los alumnos en eventos musicales es vital para su desarrollo profesional: “Es absolutamente gratificante en primer lugar, de una grandísima responsabilidad en segundo lugar y en tercer lugar es una experiencia en la que se aprende muchísimo”, apuntó el bajo bufo aludiendo a las numerosas Master Class que ha impartido. Los alumnos y profesores de La Ciudad de la Música pudieron presenciar una de ellas, lección de la que el cantante salió con buenas sensaciones. “Me di cuenta de que allí se estaba enfocando la enseñanza del canto muy bien, la gente llevaba bien los idiomas, las cosas aprendidas y técnicamente estaban bien resueltos”, afirmó Chausson, que quiso también hacer hincapié en la buena disposición de los profesores porque “hubo una colaboración que es muy difícil de encontrar y eso implica que hay un profesorado que está seguro de sí mismo, que no se siente amenazado, que saben lo que están haciendo y que están dispuestos a recibir nuevas ideas o ideas que a lo mejor ellos tienen pero las explican de otra manera”.
En la formación de un joven músico, los conservatorios tienen un papel educativo vital y en esta enseñanza debería tener una importancia fundamental la práctica, su participación en eventos. Según palabras del zaragozano, la finalidad de los conservatorios sería poner a sus estudiantes en situaciones lo más cercanas a su futura carrera profesional y el objetivo de los alumnos debería ser aparecer en el escenario el mayor número de veces posible. “Si no se les da la oportunidad de intentar sentir lo que les espera en el mundo real es un poco como un químico o un biólogo en la universidad que no puede hacer prácticas en su escuela” puntualiza señalando también la importancia de crear un contacto desde la institución educativa con “la empresa”, es decir los auditorios y los teatros profesionales.
Pero los eventos no son solo fundamentales como práctica, sino que pueden ser un punto de inflexión en el desarrollo profesional. No hay que olvidar tampoco el gran impacto que una actuación puede tener en un músico en plena formación. De hecho, El polifacético cantante guarda en su memoria una de las experiencias que marcaron su carrera, cuando oyó cantar al bajo Simon Estes. “Se me pusieron los pelos de punta, yo no había oído nunca una voz así, venía de todas partes. Fue al poco tiempo de haber entrado en la escuela superior de canto y pensé: ¿yo podría hacer esto?”, recuerda.
Consagrar toda una vida a la música es un sacrificio que se compensa con una auténtica vocación. Chausson lo tiene claro “para mí la música lo es todo, es la razón de mi vida, mi adrenalina particular, mi droga”, comenta con una voz que parece venir de una fuente más honda que la garganta. Una contundencia sobrecogedora que no necesita de muchas palabras, basta con ese “es todo”, acompañado por una mirada firme y muy segura, para comprender de donde saca este incansable músico la energía para hacer disfrutar, año tras año, temporada tras temporada, a todo el que tiene la suerte de escucharle.
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