¡Ay, el amor! Ese incomprensible sentimiento casi impulsivo que nos instiga a comportarnos de las maneras más extrañas. Un pequeño reducto de cenizas que se acumula desde la infancia en el interior de uno y que prende como la mecha en el momento más inesperado. Y ¿el poder? La sensación de dominio, de posesión. El anhelo de los que se creen desdichados y el tesoro que defienden los que temen que la autoridad que les «pertenece» pueda desaparecer en cualquier momento. En esto estaría pensando Pergolesi cuando escribió La Serva Padrona, un intermezzo (pequeña obra lírica) que nació para representarse entre los actos de una ópera seria del mismo autor. Una historia de enredos con un alto contenido humorístico en la que Serpina (soprano), criada autoritaria del rico comerciante Uberto (bajo), teme perder el poder que tiene en la casa de su señor e inventa un truculento plan para conmover al comerciante.
En pleno debate entre los acérrimos defensores de los pilares tradicionalistas de la ópera seria y los partidarios del humor en la lírica, apareció esta criada que quería ser patrona y que logró hacerse un hueco en la historia de la música. Hoy se sigue representando en los grandes escenarios de ópera y la Ciudad de la Música no ha querido ser menos. Bajo la batuta de Mercedes Gorría, profesora de canto del Conservatorio Profesional de Música Pablo Sarasate que nos cuenta la experiencia, La Serva Padrona cobró vida el 27 de abril en el Teatro Gayarre y el 25 de agosto en la Ciudadela, encandilando tanto a su señor como al público.
Mercedes Gorría, profesora de canto: «En la ópera interesa mantener ese halo elitista en el fondo. Hay mucha tontería»
¿Cómo surgió la idea de montar La Serva Padrona?
Coindició que tenía un barítono y una soprano que podían acceder a los personajes. El año pasado hice que en la asignatura de cámara y en la de canto estuviéramos trabajando la obra desde diferentes puntos de vista.
¿Qué ha sido lo más fácil y lo más dificil de todo el proceso?
Lo más fácil ha sido montar las obras. Dentro de las complicaciones, el problema fundamental fue el económico. Montar una ópera cuesta mucho dinero, el tema del presupuesto es muy problemático. Yo gasté en lo que es mobiliario unos 3.000 euros, había que comprar manteles que acabé cogiendo de mi casa, pinté las tarimas con la ayuda de un conserje y me tuve que poner a coser unos almohadones que necesitábamos.Si no hubiéramos contado con la colaboración del Teatro Gayarre y de ………, que nos ayudaron entre otras cosas con el vestuario, la ópera nos habría costado cerca de 6.000 euros.
Resulta curioso que una obra que en un inicio era un intermezzo haya conseguido pasar a la historia y representarse sin la pieza inicial a la que estaba vinculada. ¿Qué tiene La Serva Padrona de especial?
Está muy bien hecha desde el punto de vista musical y argumental. Además, nació en un momento en el que había una gran problemática en la ópera. Es como todo, algo bueno dentro de muchas cosas buenas puede pasar más desapercibido pero algo bueno en un momento de crisis de la ópera, generó que tuviera más importancia todavía. Marcó un inicio de lo que sería la ópera buffa. Me parece muy bonita porque es poco tiempo y para iniciarse está muy bien. De hecho fueron amistades mías que llevaron niños y funcionó, a los chicos les gustó muchísimo.
Supongo que al plantearse este reto se sabía que tenía cierta dificultad. ¿Cómo respondieron los alumnos?
Los cantantes fueron María Lacunza y Mikel Berraondo y los dos almnos funcionaron muy bien. La gente se rió mucho porque realmente ellos dan el perfil del personaje desde el punto de vista actoral. Hay feeling entre ellos. Como compañeros se tienen mucha confianza para actuar y eso se nota. Si ellos se divierten, el público también. Recuerdo que un padre me dijo: «mira yo no estoy acostumbrado a escuchar ópera y no entendí nada de lo que decían. Ahora, lo que sí sé es que esa chica ha conquistado al muchacho».
Por lo que parece, la obra gustó al público ¿no?
A veces el público es perezoso para ver ciertas cosas y, sobre todo, si no hay un cartel de gente importante la gente no acude. Lo cierto es que cuando representamos, muchos me comentaron que estos chicos habían cantado igual que profesionales. Falta que la gente se mueva para ver lo que empieza como caldo de cultivo y que luego puede tener una proyección.
Parece que la lírica no consigue calar en la sociedad y que la gente se muestra reticente a ver este tipo de representaciones ¿Qué le falta a la ópera para llegar a un público más amplio?
A la ópera no le falta nada. El problema es cultural. Desde el punto de vista de promoción no obtiene un trabajo de marketing que tienen otras cosas. También veo que interesa mantener ese halo elitista en el fondo, tienes que pertenecer a una clase social, ser un entendido… Hay mucha tontería.
¿Qué se puede hacer para impulsar la ópera?
Es un tema muy de base. Hay que promocionarla. Yo por ejemplo, lo que me he propuesto hacer es invitar a escuelas de primaria a que vengan a ver los espectáculos para que ellos también participen. Que vengan a ver lo que hacemos, que escuchen. Esto es promoción, que el público se sienta partícipe. Es un poco el día a día, pero desde la infancia. Y depués a personas adultas lo que suelo hacer es pedirle a mis alumnos que inviten a los amigos. Por un lado se consigue que los alumnos se sientan apoyados y que los amigos escuchen otra estética.
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